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Foto: Luis Arellano

El ejército de la tercera edad

(micrónica)

 Por: El Róber Castillo

Y llegas en carro y te formas en la fila para la aplicación de la vacuna de refuerzo contra el covid-19 para personas mayores de 60 años, “los más vulnerables” dicen los especialistas en epidemiología, y miras las placas nacionales y algunas de California, y muchos pasajeros chiquitos que apenas se miran con sus cabelleras blancas, todo un ejército de la tercera edad que ha sobrevivido hasta el momento la pandemia pero que, también, ha sobrevivido a los desastres naturales, la violencia creciente, otras enfermedades y las crisis económicas recurrentes.

Avanzas y la fila única se convierte de pronto en cinco filas lentas. Por las ventanas de los carros se asoman bastones, muletas, sillas de ruedas y andaderas, los accesorios para seguir caminado en este mundo que es de todos pero de manera desigual. Varios enfermeros y enfermeras con cubrebocas recorren las hileras de carros y recuerdan a los enfilados sus comprobantes de vacunaciones anteriores y entregando los formatos a llenar para la nueva aplicación del refuerzo. Pero hay datos que no sabes cómo llenar o qué escribir, y pides ayuda a un enfermero que es uno de los encargados de llenar el formato. Y mientras las ventanas bajan puedes escuchar el tipo de música que cada grupo en el carro escucha: el trío Los Panchos, la ruidosa Banda Limón, el jazz de Dave Brubeck, el pop de Enrique Guzmán, así como Vivaldi, Pérez Prado y a Linda Ronstadt cantando “Por un amor” del disco Canciones de mi padre. Variado repertorio musical como variadas las vidas y, la música, la mejor terapia contra la espera, el olvido y la demencia senil.

Un joven enfermero te aplica la vacuna mientras miras a una enfermera que trata de aplicar otra a un viejo que se resiste un poco, que tiene miedo a las agujas, y la voz de la enfermera, como un sedante oral, lo convence rápidamente y se la aplica mientras su esposa ríe a carcajadas y le dice “¡Cómo eres chillón!”. La fila avanza y te estacionas a la espera de media hora para ver si hay reacciones contraproducentes.

Media hora después te dan la orden de abandonar el lugar. Prendes el carro, sales lentamente y te unes en otra fila que te lleva a las avenidas de la ciudad, avenidas repletas de carros lentos que van quiénsabeadónde, filas interminables y vas con la esperanza de que la vacuna incluya también un antídoto contra la impaciencia ante el tráfico citadino.

09 de diciembre de 2021

 

 

 

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