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La xenofobia en Mexicali, al estilo Trump

COLUMNA: SIN NOMBRE

Por: Luis Arellano Sarmiento

MEXICALI. – Cuando el 9 de agosto pasado, residentes del Valle de Mexicali supieron que había la intención de instalar un albergue para migrantes centroamericanos en el ejido Michoacán de Ocampo, se organizaron para juntar firmas pues no querían a esas personas cerca de sus casas.

El gobierno federal siguió buscando opciones para instalar un mega albergue para recibir a los centroamericanos que solicitan asilo político a Estados Unidos, y que son retornados a México mientras llega la fecha de su cita con un juez migratorio.

Los residentes de los fraccionamientos Villafontana, San Marcos, 27 de Septiembre y Orizaba, se enteraron que había la posibilidad de instalar el albergue en el galerón abandonado donde antes estuvo el Gigante y luego Soriana. Por la Calle 11 y calzada Universidad.

El 31 de agosto pasado, vía redes sociales, integrantes del Comité de Vecinos de esas cuatro colonias, además de representantes de negocios aledaños, llamaron a los vecinos a formar un frente común para impedir que sea instalado ese albergue.

El llamado señala: “Es por ello el motivo de esta reunión, para organizarnos como ciudadanos, para impedir la instalación de dicho Centro de Migrantes en dicha zona, que afectará más nuestra ya de por sí debilitada e insegura zona residencial”.

También explica que, “debemos tomar en cuenta, que estas zonas, ya cuentan con problemas de personas no gratas deambulando, así como la infinidad de robos sufridos y no debemos esperar a que esto aumente, y además nos traiga problemas de salud por las condiciones en que estas personas arriban”.

Por lo tanto, “si desean reubicar de Centro Histórico estas personas, que no sea con nosotros, obliguemos a la autoridad a que los concentre fuera de la ciudad”.

La xenofobia y los prejuicios están íntimamente ligados a la ignorancia.

Según el diccionario xenofobia significa “fobia a los extranjeros”, a su vez, fobia significa aversión exagerada a alguien o algo. Prejuicio es una opinión previa y tenaz sobre algo que se conoce mal.

La xenofobia, el racismo y los prejuicios, son conceptos que han sido parte del discurso de odio contra los mexicanos, que desde campaña y hasta la fecha, ha manifestado el presidente de Estados Unidos Donald Trump contra nosotros los mexicanos. Para ese señor de ignorancia suficiente, todos los mexicanos somos delincuentes.

Esa misma posición xenofóbica y racista, fue el motor infame con la que actúo Patrick Crusius ese 3 de agosto doloroso no sólo en El Paso, Texas; el hombre de 21 años confesó que su objetivo era matar mexicanos. Asesinó a 22 personas.

Supongo que nos vio morenos, hablando castellano y disparó contra nuestra raza, la misma que nació del mestizaje español y los nativos americanos, igual que la de los centroamericanos.

Si quien esto está leyendo lo hace vía internet, sepa que la foto que esta columna de opinión tiene de portada, es de niños centroamericanos que esperan junto a sus padres la cita con el juez de migración en Estados Unidos. Están en el albergue Alfa y Omega, hacinados, sufriendo el calor de Mexicali, con carencias pues el gobierno federal apenas hace unos días anunció el apoyo con la electricidad y el agua a los albergues.

Yo no alcanzo a percibir que esos niños ni sus padres, sean una amenaza social para nuestra ciudad.

En el escrito que circularon quienes se oponen al albergue, hay un párrafo para analizar.

“Se está habilitando local de Calle H. Colegio Militar y Calle Universidad (Local vacío ex Soriana) como un Centro de Albergue de Migrantes deportados o recién llegados del extranjero y estados vecinos de la República Mexicana”. Así dice.

Y si el prejuicio es la opinión previa y tenaz, generalmente desfavorable de algo que se conoce mal, es necesario saber que quienes habitarán el albergue son centroamericanos que están a la espera de la amnistía humanitaria. Algunos reciben esa cita en menos de un mes, otros hasta 5 meses de espera.

Si se tratara de migrantes deportados, entonces debemos entender que son mexicanos con todos sus derechos, que desgraciadamente ni la federación, el estado ni los municipios han sabido dar un trato digno a lo que representan para la economía de nuestro país.

Son los albergues altruistas de la sociedad civil, quienes han afrontado con entereza la responsabilidad de brindar ayuda a esos mexicanos cuando realmente lo necesitan.

Apenas hace dos días, en su Primer Informe de Gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador llamó “héroes vivientes” a los mexicanos que envían dinero a nuestro país. Hasta pidió aplausos para esos mexicanos porque han aportado 16 mil 845 millones de dólares de remesas, cifra histórica en un primer semestre anual, y que contribuye a que nuestra economía no se vaya de picada.

Y aquí el reclamo debe ser para el gobierno federal que encabeza López Obrador, pues de todos es sabido que el albergue que pretenden instalar es para centroamericanos y no para los mexicanos deportados, esos que llamó “héroes vivientes” y que cuando tienen la desgracia de ser deportados, no hay gobierno que les pueda dar la mano. Así como pactó con Trump para que no subiera los aranceles a cambio de restringir el libre tránsito por el país, así debe realizar una acción contundente de ayuda y agradecimiento a sus “héroes vivientes”.

El otro asunto son los recién llegados de estados vecinos de la república mexicana, como dice el llamado al rechazo.

Llama la atención porque Baja California es un estado de migrantes, no solo de los estados vecinos, –que sí llegamos muchos–, sino de otros estados del sur cuya gente ha contribuido a la construcción de este estado.

Por eso llama la atención de los residentes de los ejidos del Valle de Mexicali, pues los nombres reflejan el origen de quienes recibieron tierras para trabajar y hacer vida en este estado.

El miedo o fobia al foráneo se quita conociendo al otro, al diferente, el recién llegado. Me dio pena ajena la actuación de residentes de Tijuana cuando hace unos meses se abalanzaron al albergue donde llegaron las primeras caravanas de la diáspora masiva de centroamericanos.

Por el contrario, me dio mucho orgullo que mientras allá se comportaban como Donald Trump, aquí en Mexicali llegaban ciudadanos a entregar ayuda con ropa, comida, raites, juguetes para los niños. Simultáneamente, eso pasaba y por lo menos sigue pasando pues me ha tocado ver la ayuda de la gente a los migrantes extranjeros.

No dudo que algún migrante pueda caer en acciones delincuenciales, pero no es una regla general y pensar que sí es un prejuicio.

Es necesario reintegrarlos, dijo Ignacio Sigala Quintero en una reunión con autoridades federales, es uno de los administradores de albergues altruistas de origen religioso. Por ejemplo, abundó, que mientras están aquí esperando su cita, que realicen acciones de limpieza en las calles de la ciudad o los camellones.

Esa sugerencia que lanzó al aire el administrador de Casa Betania, se me vino a la mente cuando observé el cochinero de basura, ramas y árboles secos que hay en la banqueta del inmueble abandonado donde se pretende instalar el albergue. Ahí en plena Calle 11 el cochinero, me dije y pensé, si el albergue estuviera funcionando este lugar estaría limpio.

Seré un poco irónico y sarcástico para tratar de explicar el daño que nos hace como sociedad la xenofobia y los prejuicios.

Imaginen si pensáramos que todos los residentes del fraccionamiento Villafontana son narcotraficantes, porque ha habido delincuentes que han vivido ahí, al grado de protagonizar una balacera durante horas resistiéndose a la detención.

O que todos los pobladores de San Marcos son homicidas porque hace unas semanas un hombre golpeó salvajemente a su esposa hasta matarla, después él mismo se quitó la vida.

Sería tan absurdo, como recriminar a los residentes de la colonia Orizaba, porque hace dos meses fue la zona donde más presencia del mosquito aedes aegypti había, insecto transmisor de enfermedades como el dengue, zika o chicungunya.

Cuando llegué a vivir a esta ciudad, me di cuenta de algo, lo mejor de Mexicali es su gente.

Lo palpo. Lo sigo creyendo. Quiero seguir creyéndolo.

 

03 de septiembre de 2019

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