Bicitecleando: andares por la ciudad
Por: Tomás Di Bella
En esta época, a la gente le gusta quemar palos y leña. Como somos de un lugar de mucho calor, casi ocho meses de grados insoportables, dos de primavera, y quizás, dos de frío. En estos dos de frío, quizá algunos días lleguemos a bajo ceros, y en esos días ponemos leña a quemar. Y así sentir en el fogón de las llamas la risa de la cerveza, la calma del tequila, la guitarra tan amena o de plano el radio prendido a todo volumen. Sacamos los tamales para ofrecer las dádivas del mini aguinaldo, o a lo mejor nos comemos un pozole cocinado sobre la leña y la algarabía de la familia. Podríamos incluso perdonar en estas épocas al pariente desempleado, al carnal que salió de la cárcel. A la prima que renunció de la maquila, al tío loco que se chupa toda la yerba.
No importa qué rumbo le demos y ni moral o ética podremos etiquetarle. Es la gente de todos los días, en todos los barrios, haciendo lo que hace la gente, detrás de crisis, encima de violencias, debajo de gobiernos, en medio de tiroteos. Es la gente que paga todo y casi nunca recibe nada, excepto ninguneo, desproporción en el reparto, agandalle en el predial, acuchilladas en el recibo de la luz, desproporción en el tanque de gas.
Es la gente que sale al patio, porque así es como celebra, y prende una fogata que hace un humo de esperanza, una estela que llega hasta el cielo y quiere mandar un mensaje, como los apaches solían hacerlo para comunicarse entre comarca y comarca, entre tribu y tribu, entre esperanza y esperanza.
Aun así, con todo este tambache de proposiciones de altivez y de buenaventura, con todo y que es el barrio en libertad plena, todos agarrados en el fogón de la llamarada y en los ojos iluminados del mañana, llega la patrulla de la municipalidad excelsa a derribar este monumento democrático. Y el argumento simple y sencillamente es que “están ustedes contaminando el ambiente ante el fogón que están animando”.
El fogón de la asamblea es extinto, es extinguido, es puesto en la memoria, fue reprimido.
Mientras, en San Pedro y las grandes colonias de los burgueses y las gobernantas, sale un humo grandioso de sus chimeneas cachondas, donde ningún policía ecológico llegará a decirles que apaguen ese cinismo.
Mexicali, BC a 14 de diciembre de 2021