(micrónica)
Por: El Róber Castillo
Y estás leyendo el ‘Decamerón’, escrito en el Siglo XIV por el italiano Giovanni Boccaccio donde describe la Peste Negra que azotó a Florencia en 1348, y llegas al fragmento donde se lee:
“No sólo la conversación y la familiaridad con los enfermos extendía la enfermedad y causaba la muerte sino que, al parecer, el simple contacto con la ropa o con cualquier objeto que el enfermo hubiera tocado o usado transmitía la pandemia”.
Y cierras por un momento el libro y contrastas con las fotografías y notas de periódicos donde reseñan conciertos masivos de reguetón y música urbana donde los asistentes, jóvenes en su mayoría, apiñados y sin cubrebocas, celebran haber salido del confinamiento que consideran ya innecesario porque se creen inmunes a la pandemia. Y lees otra nota donde anuncian la aparición de la cuarta ola del Covid-19, ahora nombrada ‘Ómicron’ y que te recuerda fonéticamente un cuento del escritor norteamericano de terror, H. P. Lovecrat, el ‘Necronomicón’, descrito como un libro de saberes arcanos y magia ritual, cuya lectura provoca la locura y la muerte.
Y recuerdas que, al principio de la pandemia, la muerte por Covid-19 se asomaba al círculo de desconocidos pero que, pasado un breve tiempo, la muerte se acercaba al círculo de conocidos, luego al de amigos, compadres y, finalmente, al de la familia. (El círculo mortal es concéntrico y la paranoia preventiva tiene cierta verdad.) Y lees también que han muerto millones ya en el mundo a pesar de las vacunas, de las múltiples precauciones, del autoconfinamiento pero, sobre todo, por la incredulidad de muchos que aún no se han vacunado y creen que la pandemia es un invento neoliberal, que con las vacunas te insertarán un chip de control, que el cubrebocas es infalible, que tomar tragos de cloro es preventivo, que si haces cadenas de oración la enfermedad retrocederá, etcétera.
Y vuelves a la lectura del Decamerón y lees el siguiente párrafo:
“Más lastimosas eran las circunstancias de la gente común y, en gran parte, de la clase media, ya que estaba confinada a sus casas con la esperanza de estar seguros, u obligados por la pobreza y restringidos a sus propias secciones, aún así diariamente caían enfermos por miles.”
28 de noviembre de 2021